La llave del infierno de la señorita Gertrudis

diciembre 29, 2009

Las clases de la señorita Gertrudis según MAGMO the destroyer.

Todo el inglés que aprendí, durante el tiempo que estaba en el colegio, lo hice a través de películas, historietas o canciones, pero nunca gracias a las clases de la señorita Gertrudis. Ella anteponía su interés cristiano a su interés pedagógico y esto hacía sus clases de inglés infructuosas para el interés académico de algunos. Aún así, ella llevaba 10 años (¡Maldición!¡DIEZ AÑOS CHUCHA!) dando clases en el colegio. Siempre he pensado que tenía una especie frustración y que la única forma de descargarla era en sus discursos cristiano-facistas hacia los alumos.

Esta frustracion parecía ser una necesidad corporal diaria porque los lunes siempre se notaba más enfadada que otros días laborales, como si los dos días de descanso semanal la encerraran en un cubo de cemento que se redujera a cada minuto y como si nosotros tuviéramos la culpa. Por otro lado, según ella, siempre nos hacía bien, y todo lo que nos decía era porque nos quería.

Recuerdo que una vez separó a Omar del resto de la clase, porque había estado «muy conversón» durante los últimos días. A todos nos pareció una valoración absurda, pero no nos llamó la atención dado por quién provenía. El día se desarrolló con normalidad, ella argumentaba sobre nuestra desviación moral apoyada con citas de la Biblia (nunca del Apocalipsis o del Cantar de los Cantares…qué aburrida), mientras nosotros elaborábamos comentarios burlones en voz baja para vencer el aburrimiento. Era miércoles y  nos tocaban las dos horas de inglés (cabe recalcar que la señorita Gertrudis nunca decía sus discursos en inglés  y cabe recalcar también que sus discursos eran toda su clase)  al final del día.  A las 13:57, justo 3 minutos antes de la hora de salida, Omar me preguntó desde lejos en voz baja qué hora era, cuando iba a responderle la señorita Gertrudis intervino verbalmente con un matiz extremadamente agresivo en sus gestos:

«¡OMAAAAAAAAAAAAAAR! ¿No te puedes quedar callado un par de minutos? ¿AH? Sólo tú tienes la llave para desquiciarme. ¿Crees que con esa mirada y esa sonrisa podrás solucionar todo en esta vida? ¡INCONSCIENTE! El mundo está como está gracias a personas como tú. ¡Dejas que el demonio te domine! blablablablablabla Sólo piensas en el chisme ¡En la verborrea!…»

Después de eso no pudimos escuchar el discurso porque sonó el timbre y todos tuvimos que irnos. En la tarde, más o menos a las 5, habíamos quedado para reunirnos en la casa de Walter para jugar Yu-Gi-Oh, Omar fue el útlimo en llegar. Llevaba todavía el uniforme del colegio. Cuando le preguntamos porqué tardó tanto nos dijo que la señorita Gertrudis recién había dejado de retarlo.

Representación gráfica de los discursos de la señorita Gertrudis según Peter Brueghel

Pd: Moraleja (?¿):

-«Las señales sutiles convencen más que las pancartas» Pablo Pinto-

Pd2: En la actualidad, Omar es un relacionista público exitoso.

Sacapuntas y arenga anti-fálica

diciembre 26, 2009

Entre otras cosas, la señorita Gertrudis era una especie de contradicción a su nombre. Tenía 49 años y seguía insistiendo en que le llamáramos señorita. Cuando alguno de los alumnos cometía el error de llamarla «señora» de seguro lo lamentaría, porque si había algo que buscaba la señorita Gertrudis, esto era comunicación, y esta clase de equivocaciones servían como una justificación pedagógica ante sus ojos. «El niño está equivocado, tengo que ayudarle a corregirse» de seguro pensaba.

Eliana me contó que una vez le preguntó a la señorita Gertrudis por un sacapuntas. Su respuesta estuvo fuertemente influenciada por el psicoanálisis:

«¡QUUÉEE! ¿Quieres un sacapuntas maldita libidinosa? ¡JÁ!¿Qué crees que no me he dado cuenta de que un lápiz es un objeto fálico? ¡Oh! Claro, pobrecita, la niña no sabe qué es un objeto fálico…¡Perra! Eso es lo que eres, ¡Claro! Pides a gritos que venga un chico e introduzca su lápiz en TÚ sacapuntas. ¡Eso es lo que quieres! ¿AH? ¿AHHHH? Quieres que tuerza su miembro en tu vagina. ¡Dios te salve!¡DIOS TE SALVE! Mira hija, yo también he tenido mis momentos lujuriosos. También he querido que me saquen punta. En algunos momentos parece  inevitable no pensar en ese objeto, que a veces puede ser tan duro, pero con el debido cariño puede ablandarse… ¡PERO ESTÁ MAL PENSAR EN ÉL!¡ES EL DIABLO QUIEN TE METE ESA IDEA EN LA CABEZA! Hija por favor  hazme caso, confía en Dios, apártate de ese camino. Los hombres lo único que quieren es embarazarte ¡LES EXCITA EMBARAZARTE! Y no seas tan inocente de creer que quieren las consecuencias del embarazo¡No! Ellos sólo quieren el proceso, «Que el bebé se lo queden ellas» dicen todos ¡TODOS! ¡TOOOOODOOOOS! ¡No les creas ni el saludo! Ellos sólo piensan en sexo ¡SExO!¡SEXO! ¿Me entiendes? ¡Son lobos que quieren devorarte! Un sacapuntas…¡JÁ! Menos mal que viniste a mí, quién sabe qué te hubiera hecho uno de tus compañeros. Prométeme que de ahora en adelante tendrás más cuidado y valorarás más tu castidad. ¡No les permitas que te destruyan la vida! ¡NO SE LOS PERMITAS!»

Pd: Casi lo olvido, la señorita Gertrudis dijo todo esto furiosa y gritando. Eliana me dijo que más de una vez le pareció que su profesora la iba a cachetear.

Pd2: Eliana era lesbiana y hasta cierto punto le repugnaban los órganos reproductivos masculinos.

Sebastián conoce a Joshep Ignace

agosto 8, 2009

Si me preguntas por Sebastián y su madre, diré que su relación era (ya no sé cómo es porque hace algunos meses ya no son nuestros vecinos) un tanto conflictiva. Considero que ambos eran una reencarnación de Dioniso* aunque mis hermanos y mis padres afirmen que eran una madre sádica y un niño hijueputamente malcriado. La dueña del edificio (cuya relación con los inquilinos es algo…lejana) decía que eran una señora agradable y un niño introvertido. Lina (escritora de autoayuda), nuestra vecina de abajo , decía que eran una mujer que atentaba contra los derechos humanos y un infante con falta de amor.

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La madre de Sebastián se parecía (no sé si todavía sigue usando ese corte de cabello y esos vestidos cortos de una sola pieza que incitan la actividad de las glándulas salivales) a Kim Gordon**.

Un día (martes creo) a la hora del almuerzo Sebastián gritó abruptamente y tras una cortina de sollozos profirió una crítica (subrepticia, severa, profunda) a los alimentos que le habían sido colocados en frente y a la forma en que habían sido cocinados. Después de su breve discurso (que se resume a un «¡Qué asco esta porquería!¡No voy a comerla!¡Es una mierdaaaaAa!») empezó la obra.

(El público está en el comedor del departamento de abajo. Se escucha el chocar de un plato con comida contra una pared, proveniente del departamento de arriba. El sonido de la porcelana al romperse deja notar algo de malicia, tal vez una intención en comunicar desaprobacion de manera vanguardista.)

Madre de S. (enfurecida): Recoges eso con tu puta lengua ¡AHORAAaaa!

S. (lloroso, gritón, molesto): ¡NoOOoo!

Madre de S. (amenazante): ¿No la vas a recoger?¿¡¡Ahhh!!?

S. (aventurero): ¡NoooooOOO!

Madre de S. (doblemente amenazante): ¿No la vas a recoger muchacho de mierda!!!?

(Se escucha el caer de pelotas de indor, tomates que revientan, piedras que son picadas con martillos, algunos gritos, gemidos, insultos cortados. Finalmente queda el niño llorando.)

Madre de S.: Sebastián, tráeme la guillotina del closet.

S. (suplicante): No mamá, por favor, eso no.

(Suenan varios puñetazos a lo que parece ser un saco de papas mediano, que avivan el llanto del niño,  mezclados con el diálogo de la madre)

Madre de S.: ¿Esto es lo que quieres?, ¿ah? ¡ME TRAES LA GUILLOTINA!

S. (doblemente suplicante): No por favor, no mamita, noOOO, nOOOOOOOO…

Madre de S.: Tendré que sacarla yo.

(Se ecucha el arrastrar de algo pesado, posiblemente de madera, mientras de fondo continúa Sebastián en la apología escueta de su vida.)

S. (triplemente suplicante, patético si fuera una película hollywoodense y no la vida real): No mamitaa, nooooOOo, no POr favoooor, ¡¡¡por faAAvor,!!! nooOO, ¡¡por favooOO0r!!, ¡por f…

(Las súplicas del niño son cortadas con lo que parece ser el golpe de un hachazo en la corteza de un árbol con 72 años de vida, acompañado enseguida con lo que suena al caer de una lechuga de la mesa.)

Fin de la obra.

El público continúa su vida cotidiana: madre (no la de Sebastián) va a visitar a tía, hermano2 enciende la computadora para jugar en red, hermano1 va a tomar una siesta escuchando música con audífonos, autor3 va a leer algo.

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PD: Esa noche, después de merendar, salí a comprar unas galletas a la gasolinera que está en frente al edificio donde vivimos. En las escaleras me topé con Sebastián y su madre.  Subían alegremente, cada uno con una caja de pizza tamaño familiar en las manos. Probablemente recién las habían comprado. Sebastián le preguntó si al siguiente día podían ir al Burger King, su madre le dijo que puede ser, Sebas…puede ser…

*Edipo fue una reencarnación de Dioniso, en tanto quizo ser más sabio de lo que un humano puede ser. Prometeo fue una reencarnación de Dioniso, en tanto fue más generoso de lo que un dios debía ser. Dioniso, dios de la ebriedad, de la pintura impresionista (en tanto establece una percepción que difumina las formas, como Velásquez pasado los 50), del exceso (en tanto, rompe la medida sumergiéndola en el olvido), del excederse (en tanto, trata de ser más de lo que él puede ser).

** Schizophrenia

Pequeñas anécdotas sobre el Marqués de Sade

agosto 4, 2009

¿Por qué un hombre con un bigote irrisorio fue el gestor de horrores ciclópeos? ¿Por qué la racionalidad de Sócrates  era impulsada por una atracción hacia lo divino? ¿Por qué la humanidad  se sigue salvando a pesar de haber matado a su salvador? ¿Por qué las personas, siendo tan diferentes, estamos en la misma dimensión?

En lo que respecta a respuestas y preguntas tendré que morderme la lengua y recordar que no tienes tiempo en estos momentos. Tu situación es simple:  Eres honesta y humilde, sin embargo, eres prófuga de la justicia*; tus antiguos jefes te inculparon para salvarse y continuar su vida delictiva; los intentos de abuso, de un rotular concupiscente sobre tu cuerpo máculo (máculo en tanto incita  desmedidamente a la lujuria), han sido más cotidianos en tu vida que una buena comida; aún así, nunca has flaqueado (moralmente hablando), pero ahora estás entre la espada y una cama de espinas. Retomando: estás condenada a la guillotina por una falta que no cometiste.

Por suerte (o por desdicha) conociste a la Dubois. Ella, prisionera al igual que tú, te ofreció la posibilidad de salvarte de tu pena de muerte escapando de la cárcel. Fue inesperado, pero pasó. Tres amigos de la Dubois la ayudaron a escapar y ella te ayudó a escapar a tí. Todos corrieron. Eran una manada buscando seguridad, pero quizás tú eras la única oveja. El correr, el escapar por el bosque y sus ramas rasgaron tu vestido dejando relucir tu naturaleza.

Al llegar a una cabaña, los amigos de la Dubois lo notaron: eres una Afrodita con problemas de personalidad porque rehuyes de tu esencia, pero esta se manifiesta como un infierno de juegos pirotécnicos (que dicho sea de paso, no existen todavía en tu época) que se intentan sofocar con un globo de agua. Eres como el corazón agitado: haces bombear la sangre de las personas. Tus pezones son dos gotas de ámbar por las cuales muchos estarían dispuestos a pagar una fortuna en diamantes, pero ese es un discurso en el que no estás dispuesta a entrar.

La Dubois y sus amigos tienen una carrera experimentada en atracos y asesinatos que, obviamente, planean continuar, pero ahora conoces su secreto. Te proponen que seas cómplice de ellos ya que no puedes regresar a la sociedad (o puedes hacerlo, pero para que te maten). Debido a tu apego por los valores que todos comparten, te niegas a esa clase de infamias. Ellos se enfadan. El dilema se planea: En ese caso te prestarás para satisfacer los placeres de todos, dice uno de los maleantes, si lo haces voluntariamente, cada uno de nosotros te dará una moneda de oro y te conduciremos adonde tú quieras, pero si demuestras resistencia, todos nos satisfaceremos igual, pero una vez satisfechos te descuartizaremos y te enterraremos al pie de un arbol.  Se están acercando. ¿Y…?¿Qué decides?

*Sólo tú sientes la verdad de tu inocencia, pero ¿Qué es una verdad sin compartir? ¿Qué es una aseveración que nadie acepta? Perdón, ya no te importunaré con mis preguntas.

PD: «…sus principios, sus costumbres, el sombrío lugar donde nos encontrábamos, la especie de seguridad donde creían hallarse, su embriaguez, mi edad, mi inocencia…» ( Sade )

PD2: El matiz gráfico es patrocinado por GOZZ.

Extractos del cuaderno donde Rodrigo anota su pseudoliteratura testimonial

junio 23, 2009

Querido diario:

El chico del apartamento de a lado siempre está llorando. Su mamá es su asesina. A veces pienso que el chico muere siempre, a veces hasta lo podría asegurar, pero otros momentos pienso que es todo lo contrario, quizá realmente no puede morir porque no está vivo. Es decir, quizá no logra concretar su vida, su desarrollo debido a su asesinato constante. Mi mami dice que los trapos sucios se lavan en casa, pero no sé, parece que ellos no tienen lavadora y la limpieza representa un gran conflicto.  Aunque más precisamente me da la impresión de que a su mamá no le importa la limpieza de sus trapos sucios.

A veces pienso que debería escuchar lo que dicen y simplemente dejar que los vecinos vivan su vida intrafamiliar a su manera. De seguro ellos tendrán una forma de solucionar sus problemas y mi intromisión sólo agravaría el asunto. Sin embargo, no puedo sustraerme. Creo que me acerco a Sebastián y a su mamá porque esa mamá y su suciedad que se acumula me obsesionan. Ella (la suciedad, realmente creo que la madre no me importa mucho) es como una bóveda de los puntos de fuga que se permite la sociedad. Y lo central de esto es que nos puede llegar a todos. Al igual que las bóvedas de los bancos sufren ampliaciones ante el aumento de los depósitos, así el rango de dominación de la suciedad de la mamá de Sebastián crece (alegre, sádica) y señala la posibilidad universal de ser devorados por dicha suciedad. Temo a esta señora porque quiero vivir libre, y esta suciedad, que ella no permite limpiar, amenaza con albergarnos a todos.